Aunque con el paso de los años es inevitable que nuestro cerebro sufra un cierto deterioro, lo cierto es que existen medidas que podemos tomar para ralentizarlo en la medida de lo posible y conservar al máximo nuestras facultades. Estas son algunas de las claves.
Dar siestas, pero de menos de 90 minutos
Hay cierta evidencia científica de que el hábito de dormir siestas mejora el desempeño de la memoria en varias áreas, siempre y cuando la duración de las mismas no sea excesiva. Incluso podría compensar en parte los efectos perniciosos del insomnio, un síntoma temprano común en la demencia.
Vigilar la hipertensión
Las patologías cardiovasculares pueden afectar seriamente a los niveles de oxígeno que recibe el cerebro, lo que a su vez puede provocar graves daños en el tejido nervioso. Por ello, controlar los dos principales factores de riesgo de este tipo de problemas, que son los niveles demasiado altos de colesterol y la hipertensión, puede ser fundamental para el cuidado del cerebro.
Controla los niveles de azúcar
El azúcar en la sangre es la principal fuente de energía del cerebro. Si no hay suficiente, el sistema nervioso no puede funcionar correctamente; si hay demasiada, podemos acabar destruyendo vasos sanguíneos y tejido nervioso, lo que lleva a envejecimiento prematuro y enfermedades cardiovasculares.
Asegúrate un sueño de calidad
Un sueño insuficiente puede causar estragos en nuestras funciones cognitivas. Por ejemplo, la apnea del sueño sin tratar aumenta el riesgo de sufrir pérdidas de memoria una media de 10 años antes que la población general.
Mantén una dieta equilibrada
Hay una serie de nutrientes, como los ácidos grasos omega-3, que son esenciales para mantener una salud neurológica y cardiovascular adecuada. Concretamente, se aconsejan el pescado graso (como el salmón), los aguacates, los frutos secos, los arándanos y las verduras crucíferas (brócoli, coles de bruselas…).
No fumes (y evita el humo de segunda mano).
Los fumadores tienen un riesgo hasta un 30% superior de desarrollar demencia que quienes no fuman. Además, ponen en riesgo a quienes están a su alrededor, ya que el humo de segunda mano también contiene químicos que son tóxicos para el cerebro.
Mantén relaciones sociales
Varios estudios han determinado que la vida social de una persona también tiene un efecto determinante sobre el riesgo de sufrir pérdidas de memoria. Y es que la soledad y el aislamiento son factores de riesgo conocidos, por lo que el mantenimiento de contacto social frecuente y abundante resulta muy beneficioso.
Aprende nuevas habilidades
Finalmente, mantener una memoria fuerte también se relaciona con el uso de nuestras capacidades, en las que intervienen distintos tipos de procesamiento de recuerdos. Por ello, construyendo habilidades es fundamental para un funcionamiento sano del cerebro.
Leer ficción
Hay algunas razones por las que los libros de ficción resultan algo más exigentes para nuestra memoria, al obligarnos a retener detalles sobre diversos entornos, tramas y personajes.
Aprovechar las visitas a los museos
Los museos son un lugar ideal para realizar algunos sencillos ejercicios de memoria. Por ejemplo, en los de arte podemos tratar de recordar los elementos de los cuadros, tras pasar unos segundos o minutos memorizándolos.
Hacer ejercicio regularmente
El ejercicio físico es otro de los pilares fundamentales para un envejecimiento saludable del sistema nervioso y de las funciones de nuestro cerebro. No es necesario que sea de una gran intensidad; simplemente actividades como las tareas cotidianas del hogar se han relacionado con menores pérdidas de memoria y menor riesgo de padecer demencia.
Entrena la memoria visual
Ciertos términos o conceptos pueden ser especialmente difíciles de recordar. Por eso se recomienda convertir esa idea o palabra en una imagen específica que recuerde de alguna manera a la misma, poniendo así en uso la memoria visual.