Cuando se trata de redes sociales, las líneas entre lo verdadero y lo falso se difuminan todavía más. Pero, ¿cómo empezamos a resolver el problema de las noticias falsas?
El aspecto más preocupante de las «fake news», las noticias falsas, es su asombrosa capacidad para mezclarse con contenido de noticias genuinas. Regulaciones más estrictas podrían obligar a las plataformas de redes sociales y motores de búsqueda a desempeñar un papel más proactivo en la reducción de la difusión de narrativas falsas.
«Fake news» no es solo una palabra de moda. Más allá de teorías de conspiración completamente ridículas y titulares sensacionalistas, las noticias falsas amenazan los fundamentos mismos de nuestro ecosistema de información. El daño es realmente considerable: se manchan reputaciones, las empresas sufren pérdidas devastadoras y la línea entre la verdad y la mentira se difumina.
Pero, ¿cómo empezamos a resolver el problema de las noticias falsas? En los Estados Unidos, donde las restricciones legales impiden la eliminación de información falsa de Internet, parece que el control de daños y los llamados públicos a regulaciones más estrictas son las mejores opciones de la sociedad para abordar el problema.
La ilusión de credibilidad
El aspecto más preocupante de las noticias falsas es su asombrosa capacidad para mezclarse con contenido de noticias genuinas. Las historias falsas suelen imitar el formato y el estilo de medios de noticias respetables. ¿Recuerdas la historia sobre el supuesto respaldo del Papa Francisco a Trump como candidato a la presidencia? Aunque la noticia se originó en un sitio satírico, se salió de control demasiado rápido.
Cuando se trata de redes sociales, las líneas entre la verdad y la falsedad se difuminan aún más. Blogs anónimos y comunidades vagas son un terreno fértil para las noticias falsas. Desde conspiraciones de QAnon hasta afirmaciones infundadas sobre la salud, la desinformación encuentra refugio en los rincones sombríos de Internet, amenazando con volverse viral.
El daño
Las fake news suelen asociarse con juegos políticos sucios, pero no solo los políticos son víctimas de la desinformación. Las noticias falsas se han convertido en un arma de la competencia empresarial donde los rivales utilizan historias fabricadas para sabotear a los competidores y ocupar su lugar bajo el sol. En la mayoría de los casos, es imposible saber quién inició una historia falsa: ¿fue un rival o un usuario aleatorio de Internet?
Una vez que la noticia está en circulación, de todos modos, ya no importa. Desde los falsos rumores sobre los pantalones de yoga transparentes de Lululemon que causaron problemas en las acciones de la empresa, hasta el escandaloso caso Pizzagate que llevó a la violencia armada, las noticias falsas han demostrado que pueden causar un daño real tanto a las empresas como a las personas.
Las trabas legales
Abordar las noticias falsas dentro de un marco legal es un desafío en sí mismo. La Primera Enmienda protege la libertad de expresión en los Estados Unidos, y eso incluye el derecho a difundir información falsa o controvertida. Prohibir las noticias falsas podría acercarse peligrosamente a la censura y plantear preocupaciones sobre la infracción de este derecho fundamental.
Además, la Sección 230 de la Ley de Decencia en las Comunicaciones brinda inmunidad a las plataformas de Internet como Google, Facebook y Twitter. En otras palabras, estos gigantes digitales están protegidos de ser tratados como editores de la información que proporcionan los usuarios, lo que los protege de demandas legales. Este paisaje legal único en los Estados Unidos permite a las redes sociales y motores de búsqueda esencialmente ignorar su papel en la difusión de noticias falsas y evitar repercusiones legales.
¿Qué significa esto para las personas y empresas que han sido víctimas de las noticias falsas? En resumen, no tienen muchas opciones. Con frecuencia las historias falsas provienen de fuentes anónimas, lo que significa que no hay nadie a quien demandar por difamación. Cuando una publicación o artículo difamatorio carece de autoría clara, emprender acciones legales se asemeja a perseguir un fantasma. En tales casos, los objetivos de la desinformación pueden intentar demandar a la plataforma u órgano por negligencia. Sin embargo, estas demandas pueden prolongarse durante años, agotando tanto la energía como los recursos de la víctima. Mientras tanto, las reputaciones continúan deteriorándose y las empresas sufren.
En el contexto de la actual era de la cultura de la cancelación, cuando las personas se vuelven rápidamente contra marcas y figuras controvertidas, las noticias falsas pueden dañar seriamente la reputación de una persona o empresa. Una vez que la imagen está manchada, es difícil recuperarse y se requiere de un gran esfuerzo hacerlo.
Relaciones públicas en la lucha contra las noticias falsas
Ante el trasfondo de la traba legal con las noticias falsas, las relaciones públicas son probablemente el único recurso que tienen a su disposición las empresas y figuras públicas. Los expertos en relaciones públicas ayudan a las víctimas de la desinformación a elaborar estrategias de respuesta bien pensadas para abordar directamente las fake news. Una buena campaña de relaciones públicas de control de daños aborda la desinformación con hechos, datos y transparencia. No se trata solo de mitigar las críticas, sino que los esfuerzos de relaciones públicas construyen credibilidad con el tiempo, fomentando la confianza entre los clientes y audiencias de una marca.
Las relaciones públicas también son útiles para cultivar relaciones sólidas y duraderas con las partes interesadas. Estas relaciones sirven como un escudo contra los efectos corrosivos de las noticias falsas. Manteniendo líneas de comunicación abiertas con líderes de la industria, expertos e influencers, una marca puede reunir rápidamente apoyo y credibilidad de manera orgánica frente a las noticias falsas, asegurando que voces de confianza puedan respaldar la precisión e integridad de su mensaje.
Si bien las relaciones públicas no blindan a las personas y empresas contra la desinformación y las narrativas falsas, les proporcionan las herramientas y estrategias para combatir y mitigar de manera efectiva el daño causado por este fenómeno.
El llamado a una regulación más estricta
No hace falta decir que deben hacerse ajustes legales a la realidad actual de los medios digitales y deben hacerse rápidamente. Es esencial proteger la libertad de expresión, pero debe encontrarse un equilibrio para prevenir la difusión descontrolada de noticias falsas. Regulaciones más estrictas podrían obligar a las plataformas de redes sociales y motores de búsqueda a desempeñar un papel más proactivo en la reducción de la difusión de narrativas falsas.
¿Cómo lo hacemos sin comprometer los principios fundamentales de la libertad de expresión? Esta es una pregunta mejor dirigida a las mentes legales. Mientras tanto, debemos permanecer vigilantes y proactivos, promoviendo la alfabetización mediática, la verificación de hechos y un comportamiento en línea responsable como parte de nuestro esfuerzo colectivo para combatir la plaga de la desinformación.
Artículo tomado de Entrepreneur, lea el original aquí.