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Economía cultural creció 12.6% en 2022 impulsada por producción digital y de artesanías

El PIB de la cultura en México registró un alza de 12.6%, la más pronunciada en poco más de una década. Las artesanías y las producciones digitales son los sectores que más aportan a la economía cultural.

El sector cultural en México continúa recuperándose de la caída que provocó la crisis por Covid-19. Durante 2022 logró una producción total de 815,902 millones de pesos constantes, lo que representó una expansión de 12.6% en comparación con el año previo.

Este crecimiento fue el más pronunciado desde que se tienen registros (2009), de acuerdo con cifras de la Cuenta Sátelite de Cultura del Inegi (Instituto Nacional de Estadística y Geografía).

Durante este año, el sector cultural aportó el equivalente a 3% del PIB total a escala nacional. En estados como la Ciudad de México, Yucatán, Quintana Roo, Michoacán, Guerrero y Oaxaca la cultura representó más en la economía total en comparación con la media nacional.

El sector cultural dio empleo a 1 millón 494,745 de personas, un crecimiento de 2.5% en comparación con el año previo. Este nivel de población ocupada es significativo en el mercado laboral nacional: 4 de cada 100 trabajadores se encuentran en alguna actividad cultural.

Producciones digitales y artesanías, las que más aportan

En el desglose de los subsectores que más aportaron al PIB cultural se observó que, en conjunto, los contenidos y medios digitales, en conjunto, tuvieron una contribución de 36.6%, la mayor.

Por su parte, la producción y comercialización de artesanías contribuyó con 19.3 por ciento.

Artes plásticas, las que más crecieron

Aunque su aportación es modesta en comparación con otros subsectores, el de las artes plásticas registró el crecimiento más pronunciado, con un alza de 37.5% en comparación interanual.

El pasado 2022 también registraron importantes crecimientos económicos los medios audiovisuales y las artes escénicas (espectáculos) con alzas de 27.4 y 26.0% respectivamente.

Artículo tomado de El Economista, lea el original aquí.

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