El nuevo paquete arancelario de Trump pone en jaque el modelo global de manufactura de la moda estadounidense y anticipa aumentos en el precio final al consumidor.
Los consumidores estadounidenses empezarán a notar aumentos en los precios de productos con etiquetas de marcas nacionales: unos sneakers de Nike, un sostén de Victoria’s Secret, una camiseta de Gap o unos jeans de Levi’s. La causa está lejos de los aparadores y más cerca de Washington y Pekín, donde una guerra arancelaria relanzada por el presidente Donald Trump amenaza con encarecer buena parte del vestuario importado, al imponer fuertes tarifas a las prendas y calzado provenientes de Asia, especialmente de China.
China, que por años fungió como la “fábrica del mundo” para calzado, ropa y textiles, es un eje esencial de la cadena de suministro para buena parte de estas marcas estadounidenses. Aunque muchas ya habían diversificado su manufactura hacia países como Vietnam, Indonesia, Camboya o Sri Lanka, todos estos destinos también han sido alcanzados por las recientes ráfagas arancelarias del gobierno estadounidense.
El 97% de las prendas y calzado adquiridos en Estados Unidos son importados, en su mayoría desde Asia, según datos de la American Apparel & Footwear Association. Esto hace especialmente vulnerables a estas marcas ante cualquier modificación en los aranceles.
El paquete arancelario impulsado por Trump impone tarifas de 145% a productos provenientes de China. En el caso de Vietnam y Camboya, los aranceles recíprocos llegan al 46% y 49%, respectivamente. Indonesia y Bangladesh enfrentan gravámenes de 32% y 37%. Aunque el objetivo declarado es reducir los déficits comerciales, el efecto inmediato será el encarecimiento de productos básicos como jeans, camisetas y calzado.
El presidente estadounidense suspendió estos aranceles recíprocos por 90 días —con excepción del impuesto a China—, pero el impacto sobre las familias podría ser considerable, incluso solo con el arancel chino y el gravamen global de 10% que aún permanece vigente.

Según datos del grupo de Distribuidores y Minoristas de Calzado de Estados Unidos, recopilados por AP, unos sneakers fabricados en Vietnam, que hoy se venden por 155 dólares, podrían costar hasta 220 dólares. Las botas de trabajo hechas en China subirían de 77 a 115 dólares, mientras que un par de zapatos infantiles pasaría de 26 a 41 dólares.
La temporada de compras de regreso a clases, una de las más importantes del año en Estados Unidos, podría ser el primer gran termómetro del efecto de estas políticas. Mientras el gobierno encabezado por Trump impone tarifas de hasta 145% a los productos chinos, el resto de los países asiáticos enfrentan aranceles del 10% en promedio. Solo México y Canadá están exentos por el T-MEC.
Salir de China
El conflicto arancelario ya llevó a varias compañías a acelerar su repliegue de China. Marcas como Gap, Nike o VF Corporation (propietaria de Vans, The North Face y Timberland) trasladaron parte de su manufactura a países vecinos para diversificar riesgos y evitar el impacto total de las tarifas sobre sus márgenes.
Steve Madden fue más lejos. La compañía anunció en noviembre que reduciría sus importaciones desde China hasta en 45%, como medida preventiva ante la intención del gobierno de Trump de imponer un arancel general a todos los productos chinos. La firma desarrolló nuevas capacidades de producción en Camboya, México, Brasil y Vietnam.
Levi Strauss, creadora de los jeans 501, también ha recurrido históricamente a Asia como su centro de manufactura. Sourcing Wise, una plataforma que ofrece servicios para conectar con fabricantes para la contratación de servicios, estima que el 20% de su producción global aún proviene de China, seguida de Bangladesh, Vietnam e India, cada uno con entre el 15% y el 20%, y México con entre el 10% y el 15%.
Su directora ejecutiva, Michelle Gass, aseguró recientemente que la empresa ya había adelantado buena parte de las importaciones para primavera y verano, y que solo el 1% de los productos exportados a Estados Unidos provienen de China. “Cualquier incremento de precios será quirúrgico”, dijo a analistas, mientras explicó que un equipo de trabajo evalúa recortes de costos para mitigar el impacto de los aranceles.
Under Armour, por su parte, depende de proveedores ubicados en Taiwán, China, Malasia y Vietnam para el 38% de las telas utilizadas en sus prendas. Su calzado se fabrica íntegramente en Vietnam, Indonesia y China, aunque en su informe financiero ya advierte que los aranceles representan un “factor de riesgo” para la viabilidad de su negocio.
Victoria’s Secret también mantiene una extensa red de producción en Asia: tiene 20 plantas en Vietnam, 19 en Sri Lanka, ocho en China y otras distribuidas en países como India, Bangladesh, Camboya, México y Egipto. La firma depende de esa red para producir desde ropa íntima hasta prendas deportivas.
«Made in USA»
Frente a este escenario, los analistas dudan que Estados Unidos pueda capitalizar la salida parcial de estas marcas de China. “En cuestión de costos, producir local casi siempre sale más caro que importar y pagar arancel, aunque con cierto límite”, sostiene el especialista Carlos Hermosillo.
Trasladar fábricas a Estados Unidos no es una solución inmediata ni barata. La industria textil estadounidense se redujo considerablemente en la última década: en 2015 empleaba a 139,000 personas, pero en enero de este año quedaban solo 85,000 puestos en ese rubro, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales.
Además del costo laboral, Estados Unidos carece de una cadena de suministro para producir zapatos y ropa a gran escala. Un zapato típico requiere más de 70 componentes distintos, desde cordones de algodón hasta ojales metálicos, y hoy no existen suficientes proveedores nacionales para esos materiales.
En el fondo, esta guerra comercial ha dejado al descubierto una verdad incómoda: la etiqueta “Made in USA” dejó de ser una realidad para muchas de las marcas más queridas por los consumidores estadounidenses. El rediseño de su modelo de negocios no será rápido, ni barato… y, muy probablemente, tampoco indoloro.
Artículo tomado de Expansión, lea el original aquí.