No nacemos sabiendo manejar el dinero, pero sí podemos aprender de las decisiones erróneas. Estas son las red flags cuando se trata de tomar cualquier decisión financiera.
Seguro has tomado una mala decisión de gasto, tal vez han sido pocas o varias. Lo importante es detectar en qué parte del camino te desviaste para evitar tropezar con la misma piedra en el futuro. A menudo hay señales de advertencia de que estás a punto de hacer un movimiento financieramente imprudente.
1. Tomar decisiones bajo presión
Muchas malas decisiones sobre tus finanzas personales tienen que ver con el tiempo y la presión. Frases de urgencia como ‘esta oferta es por tiempo limitado’ o ‘esta promoción vence en unas horas’ son focos rojos.
Si una oferta es buena, lo seguirá siendo después de que hayas comparado precios y hayas meditado desde todos los ángulos tu decisión. Además, los estafadores suelen atacar en esos momentos en que estás bajo presión, esa es otra razón para no usar tu dinero en esas condiciones.
2. Hacer movimientos que te dejen muy apretado(a)
Cualquier decisión financiera que ponga en peligro tus gastos diarios o te genere demasiadas deudas a futuro es una señal de alarma. Y es peor la red flag si tienes que convencerte tú mismo(a) de que podrías usar algún tipo de financiamiento para poder hacer frente a los pagos.
3. Tienes que justificar tus motivos
Una señal de que estás tomando una decisión de la que luego te arrepentirás es preocuparte por lo que pensará tu familia, tu pareja o algún otro ser querido. Normalmente ellos piensan en tu bienestar, así que hacer algo que ellos te sugieren no hacer, y además racionalizarlo, debe ponerte a pensar.
4. Demasiado bueno para ser verdad
Si una compra o inversión parece mejor que una ganga es que, en efecto, no es real (casi nunca lo es).
En la vida no hay soluciones rápidas para hacerse rico. Para crear riqueza hace falta tomar decisiones bien planeadas, muy conscientes y considerar un horizonte temporal a largo plazo.
5. Si todo va perfecto…
Muchas personas a menudo se ven tentadas a tomar decisiones financieras que tienen sentido “solo si todo lo demás en la vida funciona a la perfección”, es decir, si no pierden el empleo, si no surge algún imprevisto mecánico o de salud y ese tipo de cosas.
Si estás a punto de solicitar un crédito de cualquier índole, te estás basando en lo bien que van las cosas y esperas que -idealmente- nada cambie: analiza mejor tu panorama y sopesa los riesgos potenciales.
Artículo tomado de Forbes, lea el original aquí.