La pandemia por el Covid-19 ha afectado la industria sin precedentes, la recuperación apenas se asoma buscando posiblemente (y recalcando el posiblemente) recuperarse en el 2023.
La riqueza de México es incuestionable, los grandes atractivos turísticos que abarcan desde sus paradisiacas playas, ciudades coloniales, bosques y selvas, arqueología y destinos culturales nos colocan como una de las naciones privilegiadas del planeta. La ubicación geográfica estratégica, como vecino de uno de los países más poderosos del mundo, el acceso a dos de los mares comercialmente más importantes como son el pacífico y el atlántico son también fundamentales para la atracción comercial y, por consiguiente; cuando se habla de turismo de negocios. México tiene, además, en Cancún, una de las ciudades con más capacidad hotelera del continente después de las Vegas y Orlando. Aun así, con toda esta patente realidad, lo más valioso que tenemos radica en nuestra gente.
La palabra «amigo», es quizás una de las más reconocidas y recordadas por los extranjeros de todo el mundo cuando se refieren a México, incluso por aquellos que aún no lo han visitado. Uno de los sellos característicos de nuestro pueblo es, que de forma natural y espontánea abren su corazón al extranjero brindando calidez y sinceridad en su hospitalidad; no se trata de fórmulas impuestas por cadenas comerciales en sus manuales de searvicio, sino de lo que verdaderamente sale del corazón de las personas. Se puede ver en los grandes destinos y en los pueblos más apartados; de ahí en gran medida el gran éxito de nuestra industria turística, pero ¿acaso todo eso está cambiando?
La pandemia por el Covid-19 ha afectado la industria sin precedentes, la recuperación apenas se asoma buscando posiblemente (y recalcando el posiblemente) recuperarse en el 2023. Es difícil analizar por tanto ante la abrumadora realidad que ha traído la baja de viajeros por este motivo, otros factores que también juegan un papel en la dinámica turística. El Covid ha estado de moda y seguirá estándolo en la medida en que no se supere del todo, pero no podemos quitar los ojos de otras consideraciones que son también importantes y que, de no hacer nada al respecto, pueden darnos un golpe de realidad del cual será difícil recuperarnos.
La dinámica social ha cambiado en los últimos años, la polarización social se nota cada día más no sólo en el discurso político sino en las calles. Se nota en las plazas, en las ciudades y en los pueblos; se nota en las mismas familias. La violencia social cobra cada día tintes más violentos que ponen en seria duda si México sigue siendo un país de amigos. El narcotráfico tiene una presencia cada vez más descarada en los destinos turísticos ofreciendo su veneno por las calles sin que la autoridad parezca tener capacidad de detenerlos, el cobro de piso es ya parte del presupuesto de las empresas y la corrupción no cede.
Las noticias muestran esporádicamente esta realidad, las redes sociales dinamizan el mensaje, gobiernos como el de Estados Unidos alertan a su población y México parece no inmutarse. La disminuida bondad de la gente parece no ser suficiente para contrarrestar un mensaje y el empresariado parece tener las manos amarradas ante políticas que no cubren las necesidades de una industria que sufre. Los mexicanos se están rindiendo, poniendo en riesgo su identidad y con ello, una de las principales fuentes de ingreso de nuestra economía. Cerrar los ojos a la crudeza de esta realidad, nos llevará a enfrentar el futuro en la ingenuidad irresponsable de vivir en el pasado de lo que fuimos y no de lo que debemos ser. Aún estamos a tiempo, pero hay mucho trabajo por hacer.
Álvarez, Luis. (01 de julio de 2022). México pone en riesgo su identidad turística. Forbes México. Recuperado de: https://www.forbes.com.mx/mexico-pone-en-riesgo-su-identidad-turistica.