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Por qué algunas alergias no se pueden ‘curar’: descubren las células que guardan la ‘memoria’ de los anticuerpos

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La mayoría de las células productoras de inmunoglobulina E, el principal mediador en las alergias, son de vida corta. Ahora, un nuevo trabajo ha identificado una población de células de larga vida que también son capaces de producirla.

Ahora que se acerca la temporada alta de las alergias respiratorias en España (quizás algo adelantada por factores como la falta de lluvia), son muchos los que tendrán que armarse de pañuelos y desempolvar los antihistamínicos.

La incidencia de estas afecciones está creciendo, alimentada por fenómenos como la contaminación. Pero no es la única; también aumentan las alergias alimentarias, otra patología de la misma familia. Todas ellas tienen en común que son el resultado de la respuesta desmesurada del sistema inmune a ciertas sustancias externas que interpreta como una amenaza, pese a que no son peligrosas.

Las células que ‘recuerdan’ los alérgenos

Esto plantea un problema para los científicos, ya que el sistema inmune es increíblemente complejo. De hecho, desde hace años se buscan tratamientos y curas para todo tipo de alergias, pero es mucho lo que aún desconocemos sobre ellas. No obstante, se producen avances: ahora, por ejemplo, dos equipos de investigadores de la Escuela de Medicina Icahn del Mount Sinai (Estados Unidos) han descrito cómo una población de cierto tipo de células inmunológicas llamadas ‘linfocitos de memoria’ serían clave para que las alergias se mantengan en el tiempo.

Según apuntan estos autores en el medio especializado Science Translational Medicine, hasta ahora se sabía que la Inmunoglobulina E (IgE, un tipo de anticuerpo presente únicamente en los mamíferos) es la mediadora fundamental tanto en las alergias alimentarias como en la rinitis alérgica. Lo extraño era, pues, que las personas continuasen siendo alérgicas durante años o toda su vida, puesto que la mayoría de células que producen IgE son de vida corta.

La solución al enigma podría estar en una población de linfocitos B llamadas células B de memoria polarizadas tipo 2. En las personas alérgicas, estas células de larga vida (muchos años) estarían altamente mutadas, contarían con receptores capaces de detectar el alérgeno y serían capaces de producir IgE.

Reservorios de anticuerpos

El primero de estos dos equipos observó que estas células se encontraban en grandes cantidades entre las células inmunes de un grupo de 58 niños alérgicos al cacahuete (y no en un grupo de control de 13 niños sanos). El segundo, hizo lo propio sobre una muestra de diez adultos con alergias (seis al abedul, cuatro a los ácaros del polvo), cinco adultos no alérgicos y datos de una cohorte de adultos alérgicos a los cacahuetes

Cabe observar que estos investigadores también observaron la producción de IgE contra antígenos específicos (sustancias que el cuerpo  ‘identifica’ como amenazas) en algunos pacientes como respuesta a la inmunoterapia sublingual para tratar sus alergias, lo que creen que ilustra el modo en el que estas células actúan como un reservorio importante del anticuerpo.

Lo importante es que, según afirman, estas conclusiones podrían abrir la puerta a emplear, en un futuro no muy lejano, estrategias de inmunoterapia que tengan como objetivo la atenuación de las células B en un posible tratamiento de las alergias. 

Sea como sea, se hace evidente la necesidad de encontrar las claves en el tratamiento, el abordaje de las alergias en un contexto en el que se trata de enfermedades cada vez más prevalentes y que ya afectan a un porcentaje muy elevado de la población mundial

Artículo tomado de 20minutos, lea el original aquí.

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Categorizado como Salud

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