La exposición prolongada al ruido ambiental afecta a la salud durante el día y durante la noche, con un resultado de más de mil muertes prematuras al año.
El ruido es el segundo factor más importante de carga ambiental de enfermedades en Europa, solo después de la contaminación del aire. El tráfico es la principal fuente de contaminación acústica, y se prevé que durante la próxima década los niveles de ruido aumentarán, tanto en las zonas rurales como urbanas, debido al crecimiento urbano y al incremento de la demanda de movilidad.
La contaminación acústica es la segunda causa ambiental de problemas de salud, según la Organización Mundial de la Salud. En España, más de 5 millones de personas están expuestas a ella a través de niveles de ruido por encima de los umbrales establecidos como seguros, según la Agencia Europea del Medio Ambiente.
Para seguir haciéndonos una idea con datos de la peligrosidad (y mortalidad) de la exposición al ruido excesivo, esta misma Agencia habla de que provoca 12.000 muertes prematuras y contribuye a 48.000 nuevos casos de cardiopatía isquémica al año (provocada por el estrechamiento de las arterias del corazón). A partir de estos alarmantes datos, urge la concienciación para la prevención.
Contaminación acústica, un problema de salud pública
El ruido es el segundo factor más importante de carga ambiental de enfermedades en Europa, por detrás de la contaminación del aire. El tráfico rodado es la principal fuente de contaminación acústica, y se prevé que durante la próxima década los niveles de ruido aumenten.
La exposición al ruido es un serio problema de salud pública. Entre sus consecuencias directas están la pérdida de capacidad auditiva o los molestos acúfenos o tinnitus, que afectan a 3 millones de personas en España. Sin embargo, no hay que olvidar los efectos extrauditivos como las alteraciones del sueño, enfermedades cardíacas, mentales (estrés, depresión, ansiedad o demencia), complicaciones al nacer o disminución del desarrollo cognitivo de los niños.
Desde el Observatorio de Salud y Medio Ambiente de DKV, GAES y ECODES, resaltan que «la exposición al ruido no afecta a todos por igual. Características como la edad, el género, el estilo de vida o las condiciones de salud preexistentes determinan la susceptibilidad de las personas a los efectos adversos para su salud debido a la contaminación acústica».
La población más joven es la que está más falta de concienciación sobre los efectos del ruido y la importancia de cuidar del oído. Según el I Estudio GAES sobre la Salud Auditiva de los Jóvenes en España, el 60 por ciento de las personas entre 15 y 35 años asegura que no le preocupa su salud auditiva y que los problemas relacionados con ésta son cosas de personas mayores. El mismo informe pone de manifiesto que sólo 1 de cada 3 jóvenes españoles acude a un profesional médico cuando tiene molestias en el oído.
¿Qué es la escucha responsable?
Con el objetivo de revertir la falta de concienciación, GAES ha lanzado una iniciativa que pretende transmitir a los alumnos y alumnas la importancia de practicar la escucha responsable. Se trata de prevenir, concienciarse, eludir la exposición al ruido evitable y establecer límites en cuanto al volumen de los estímulos que percibe el oído.
«La enseñanza se convierte de esta manera en la mejor herramienta para que los jóvenes aprendan que la contaminación acústica y los problemas auditivos que provoca no entienden de edades y que, si ellos asumen las buenas prácticas lo antes posible, su salud se verá beneficiada a corto, medio y largo plazo», explican los portavoces de GAES.
La contaminación acústica no siempre ‘se nota’
Mar Santamaría, responsable de atención farmacéutica de PromoFarma by DocMorris, habla de las consecuencias negativas de la contaminación acústica. «En las ciudades españolas estamos expuestos a unos niveles de ruido superiores a los recomendados por la OMS para proteger nuestra salud. Si limitásemos el uso del vehículo privado, reduciríamos tanto la contaminación acústica como la ambiental».
Como dato objetivo, la experta expone que «se ha hallado una relación causal significativa entre exposición al ruido del tráfico y la contribución al incremento de la mortalidad por enfermedades cardiovasculares, en especial los infartos de miocardio«.
Se trata de una situación muy delicada, y se sabe que «para que el efecto nocivo del ruido ambiental ejerza sus devastadores efectos, no es necesario que nos demos cuenta o nos moleste. Esto se produce a través de reacciones fisiológicas que no percibimos, pero que causan ciertos efectos en el organismo», dice la investigadora.
En este sentido, se ha estudiado también la afectación de este factor silente con relación a la calidad del sueño durante la noche. «Estar expuestos a un ruido constante, puede que no nos despierte, pero podría dar lugar a alteraciones hormonales y de tensión arterial. Esta circunstancia, día tras día y de manera crónica es lo que puede perjudicar nuestra salud», concluye María Foraster.
La exposición a los ruidos, un daño evitable en muchos casos
Desde la marca de audífonos Oticon, han llevado a cabo otro estudio, Inteligencia Auditiva: la importancia de la audición en España. De él se desprenden datos como que las mujeres son las que sufren más problemas de estrés y ansiedad como consecuencia de los ruidos de la calle (el 39,9% frente al 30,5% de los hombres). Además, por edad, las personas de entre 35 y 49 años son las que más manifiestan estos trastornos.
Además de los problemas de estrés y ansiedad, la población manifiesta otras consecuencias de la exposición al ruido diario. Según el mismo estudio, el 29,4% tiene dificultad para concentrarse al leer o estudiar, el 27,8% tiene dificultades para dormir, el 23,9% tiene pitidos en los oídos y el 19,8% considera que cada vez oye peor por los ruidos de la calle.
«El ruido es un verdadero problema de salud pública que ocasiona muchas dificultades para la vida diaria de las personas que están expuestas a él de forma continuada. Es el caso de la gente que vive próxima a aeropuertos, estaciones de tren, etc. En cuanto a la audición, supone el principal factor de riesgo modificable para que tengamos una buena capacidad auditiva”, afirma José Luis Blanco, jefe de audiología de Oticon.
Daños acumulativos, el verdadero peligro ‘silencioso’
Casi la mitad de la población considera que no se expone a diario a ningún ruido que pueda dañar su audición. “Todavía hay desconocimiento acerca de los daños que pueden suponer los ruidos y mucha gente se expone a ellos de forma prolongada y sin protección. El ruido provoca daño en las estructuras del oído interno que acaba ocasionando la que llamamos pérdida de audición inducida por el ruido”, explica Blanco.
Los expertos advierten que el daño auditivo generado por el ruido se produce por una suma entre el nivel de intensidad y el tiempo de exposición: una intensidad sonora por encima de los 80 decibelios durante períodos superiores a 40 horas a la semana puede provocar pérdida auditiva.
“El daño auditivo se puede manifestar de diferentes maneras. Desde tener fatiga auditiva, pérdida temporal que desaparece tras un período de no exposición al ruido; hasta una hipoacusia, que supondrá la pérdida funcional, de leve a moderada, cuando ha habido una exposición más continuada. Un problema de la exposición frecuente al ruido es que el daño no se puede ver en los estudios audiológicos, pero va afectando de manera irreversible al sistema nervioso auditivo: es lo que se llama la hipoacusia oculta”, añade.
“La exposición al ruido en el trabajo es uno de los factores que más pueden perjudicar a la audición. Dependiendo de la profesión, será preciso que haya unas medidas específicas de prevención. Además de pérdida auditiva, el ruido puede ocasionar aumento de la tensión, fatiga, trastornos de la digestión, nerviosismo, irritabilidad, agresividad, y aumento de la presión arterial y del ritmo cardíaco”, señala Blanco.
Cómo proteger nuestra salud auditiva frente al ruido
En este apartado, fundamental, los audiólogos de Oticon han elaborado una serie de recomendaciones previas a la pérdida auditiva.
1. Reducir el volumen de los dispositivos de escucha
La intensidad del volumen es clave para prevenir el daño auditivo. Por ello, se aconseja ajustar a un máximo de 80 decibelios el volumen de los móviles, reproductores de música de uso personal, auriculares, aplicaciones de videollamadas, etc.
Algunos dispositivos ya incluyen aplicaciones para gestionar de forma segura el volumen. Por último, es aconsejable ajustarse bien los auriculares e, incluso, que estos incorporen la cancelación de ruido, ya que reducen el ruido de fondo, lo cual permite escuchar los sonidos a volúmenes más bajos.
Si se siente la necesidad de subir el volumen por encima del nivel recomendado, será una señal de que la capacidad auditiva no es plena. Asimismo, cuando se utilizan auriculares de botón, que son los que no cubren toda la oreja, una forma sencilla de saber si el volumen puede ser perjudicial es que no se escuche a una persona que está hablando a un metro de distancia.
2. Controlar el tiempo de exposición a sonidos intensos
El tiempo de exposición es otra de las claves a tener en cuenta para evitar el daño del ruido en la capacidad auditiva. Por ello, se aconseja hacer descansos breves y alejarse de las fuentes de sonido, ya que ayuda a las células ciliadas a recuperarse de la fatiga causada por la exposición, y así reducir el riesgo de pérdida auditiva.
3. Practicar ejercicios de relajación
Para aquellas personas que sufren los ruidos a diario y les generan problemas de estrés, ansiedad o insomnio, puede ser útil practicar ejercicios de relajación, procurando escoger un espacio sin ruidos dentro de la casa o en un espacio lejano al domicilio si es imposible.
En caso de que los trastornos persistan, será necesario pedir ayuda a un profesional sanitario.
4. Identificar las señales de alerta de pérdida auditiva
No escuchar bien la televisión, no entender las conversaciones grupales, tener dificultades para atender una conferencia, pedir que el interlocutor repita lo que está diciendo; necesitar leer los labios para comprender… pueden alertar de la posible presencia de una pérdida auditiva, por lo que será necesario acudir a un profesional especializado en audición que pueda hacer una valoración.
5. Acudir una vez al año a revisar la audición
Es conveniente revisarse la audición una vez al año. De esta forma, si existen dificultades, se les puede dar una solución en función de cada caso. Especial atención merecen aquellas personas que se exponen a diario a ruidos fuertes por sus profesiones o que puedan ser más vulnerables a sufrir una pérdida auditiva.
6. Evitar producir ruido
Cada persona produce a diario gran cantidad de ruido de manera innecesaria. Ante todo, se debe respetar el silencio de los demás, por lo que es una labor de todos el contribuir a reducir el ruido causante de la contaminación acústica: reducir la velocidad del tráfico, emplear electrodomésticos silenciosos, limitar el ruido en las horas de descanso, hablar sin gritar, etc.
Desde PromoFarma by DocMorris concluyen que, además de optimizar el aislamiento de las viviendas (sellando ventanas e instalando doble cristal), por un tema de eficiencia energética, en momentos puntuales conviene reducir las molestias asociadas al ruido ambiental utilizando tapones para el oído que nos aíslen del ruido externo. Evitar caminar por áreas muy transitadas y optar por trayectos alternativos que transcurran por zonas verdes es también una buena idea. Y tomarnos tiempos de descanso durante el día en zonas libres de ruido.
Para finalizar, la compañía farmacéutica añade que hay que priorizar la movilidad a pie, en bicicleta y en transporte público colectivo, antes de utilizar el transporte privado, para no contribuir a la generación de ruido. Lamentablemente, la humanidad ha desarrollado una excesiva tolerancia hacia un elemento constante en nuestras vidas y que nos pasa factura si no lo atendemos debidamente: el ruido excesivo.
Artículo tomado de 20minutos, lea el original aquí.