La forma en la que interpretamos el estrés puede tener efectos benéficos en nuestro comportamiento bajo presión
El estrés es una respuesta natural del cuerpo ante situaciones que demandan un esfuerzo adicional o generan incertidumbre. Esta reacción, aunque en esencia busca proteger y preparar al organismo para enfrentar retos, puede volverse contraproducente cuando se prolonga en el tiempo. En general, el estrés puede manifestarse en forma de agotamiento, disminución del rendimiento y problemas de salud física y mental, afectando tanto a estudiantes como a profesionales.
En el ámbito académico, el estrés es un factor común entre los estudiantes que enfrentan la presión de las evaluaciones, trabajos y expectativas de rendimiento. Esta tensión puede llevar a afecciones como la ansiedad y la depresión, complicando aún más sus capacidades de aprendizaje y participación activa en las aulas. En el entorno laboral, el estrés crónico puede resultar en agotamiento, dificultades para concentrarse, conflictos interpersonales y una baja en la productividad, poniendo en riesgo tanto la salud del trabajador como los objetivos de la empresa.
En México y Latinoamérica, las cifras de estrés y ansiedad son alarmantes. Según estudios recientes, en México aproximadamente el 75% de los trabajadores sufren algún grado de estrés laboral, un porcentaje significativamente superior al promedio mundial. A nivel regional, cerca del 40% de los estudiantes universitarios reportan altos niveles de estrés y ansiedad, afectando su rendimiento académico y bienestar personal. Estas estadísticas subrayan la necesidad de estrategias efectivas para gestionar el estrés en diferentes ámbitos de la vida cotidiana.
Según la investigación Repensando el estrés: el papel de las mentalidades en la determinación de la respuesta al estrés, de los investigadores Alia J. Crum, Peter Salovey y Shawn Achor, publicada en la revista Procesos de Personalidad, es importante para la mente la forma en que interpretamos estas emociones negativas, y cambiar la percepción sobre una idea puede tener un impacto significativo en cómo respondemos a él.
En el estudio se presentaron tres experimentos clave. En el primero, los autores desarrollaron y validaron un instrumento de ocho categorías llamado Medida de mentalidad de estrés (SMM, por sus siglas en inglés) para evaluar hasta qué punto un individuo cree que los efectos del estrés son beneficiosos o perjudiciales. Con base en ello, demostraron que las creencias sobre el estrés (mentalidades) podían modificarse al exponer a los participantes a videos cortos que presentaban información sesgada que definía la naturaleza del estrés como beneficiosa o perjudicial. Los resultados apuntaron que al adoptar una mentalidad de que el estrés es beneficioso se asocia con una reactividad moderada del cortisol y un mayor deseo de recibir retroalimentación bajo estrés, en comparación con una mentalidad de que el estrés es perjudicial.
Otro estudio del Centro para la Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale, dirigida por el profesor Marc Brackett, sugiere que cambiar la forma en que interpretamos el estrés puede tener un impacto positivo en nuestro bienestar y rendimiento. El especialista reveló que las habilidades socioemocionales son fundamentales para manejar las emociones, incluyendo el estrés, y que su desarrollo puede mejorar el rendimiento académico y la calidad de las relaciones interpersonales.
En ese sentido, Carlos Ordóñez, director de Salud Integral y Bienestar Estudiantil del Tecnológico de Monterrey, dijo a Infobae que aquellos alumnos que pueden reconocer, expresar y regular sus emociones obtienen mejores calificaciones y tienen hábitos de trabajo más positivos que aquellos que no lo hacen, lo que indica que una comprensión más profunda del estrés y las emociones puede transformar la experiencia educativa y personal. Ticmas ayuda a tener un semáforo emocional dentro de las aulas para que así los estudiantes puedan reconocer cuáles son sus
Además, las investigaciones señalan que el estrés puede ser visto no solo como un desafío, sino también como un estímulo para el aprendizaje y la adaptación. Al adoptar una perspectiva que considere el estrés como una oportunidad para el crecimiento, se puede fomentar una respuesta más proactiva y efectiva ante situaciones difíciles. Este enfoque puede ayudar a los individuos a anticipar problemas y planificar soluciones, lo que, a su vez, puede reducir la ansiedad y mejorar la capacidad de afrontamiento en diversas situaciones de la vida cotidiana.
¿Cómo usar el estrés a mi favor?
De acuerdo con la investigadora Kelly McGonigal, existen algunos consejos sobre cómo adoptar una mentalidad positiva frente al estrés, sugiriendo que puede ser visto como un potenciador en vez de una carga debilitante. La psicóloga señala que el estrés puede agudizar los sentidos y aumentar la capacidad de atención, lo que puede brindar la energía necesaria para enfrentar desafíos.
McGonigal enfatiza que una experiencia estresante puede aumentar la necesidad de conexión social. Según su investigación, esto se debe a una “reacción prosocial” que impulsa a las personas a buscar el apoyo de amigos y familiares, lo que puede fortalecer la valentía y el apoyo mutuo. Asimismo, menciona el aprendizaje post-estrés, que se refiere a cuando las personas reflexionan sobre experiencias estresantes y buscan comprenderlas, y gracias a esta introspección pueden integrar aprendizajes significativos y restaurar el equilibrio del sistema nervioso.
Algunos consejos que pueden ayudar a la gestión y reinterpretación del estrés son los siguientes:
1. Reconocer el estrés
- Identificar las fuentes: El primer paso es reconocer qué situaciones o tareas generan estrés. Llevar un diario puede ayudar a identificar patrones y desencadenantes.
- Acepta la emoción: Aceptar que el estrés es una respuesta normal puede ayudar a manejarlo mejor. No hay que culpabilizarse por sentirte estresado, ya que es una parte natural de la vida.
2. Cambia tu perspectiva
- Reenfocar el estrés: En lugar de ver el estrés como algo negativo, considere cómo puede impulsarte a mejorar. Por ejemplo, una fecha límite puede motivarte a ser más productivo.
- Visualiza el éxito: Imagina cómo superarás la situación estresante. Esta técnica de visualización puede aumentar su confianza y reducir la ansiedad.
3. Establece metas realistas
- Divide las tareas: Descomponer grandes proyectos en tareas más pequeñas y manejables puede hacer que el estrés sea más fácil de llevar y te permitirá ver el progreso.
- Prioriza: Identificar lo que es más importante y concentrarse en esas tareas ayudará a evitar sentirse abrumado.
4. Practicar técnicas de manejo del estrés
- Ejercicio regular: La actividad física es una excelente manera de liberar tensiones. El ejercicio libera endorfinas, que mejoran tu estado de ánimo y reduce el estrés.
- Atención plena y meditación: Practicar la atención plena y la meditación puede ayudarte a centrarte en el presente y reducir la ansiedad. Dedica unos minutos al día para respirar profundamente y relajarte.
5. Buscar apoyo
- Hablar con alguien: Compartir las preocupaciones con amigos, familiares o colegas puede aliviar la carga emocional. A veces, solo es necesario que alguien nos escuche.
- Acudir con un profesional: Si el estrés se vuelve abrumador, no hay que dudar en buscar la ayuda de un profesional. La terapia proporciona herramientas efectivas para manejar el estrés.
El estrés no tiene que ser un enemigo. Al aprender a manejarlo y utilizarlo a tu favor, se puede convertir en una fuerza motivadora que impulsa hacia el éxito. Con las estrategias adecuadas, se puede transformar en una herramienta poderosa para el crecimiento personal y profesional.
Artículo tomado de Infobae, lea el original aquí.