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Déficit de atención en adultos: estos son los síntomas y así es como se diagnostica

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Tendemos a pensar que el déficit de atención afecta solamente a los niños, pero es que muchas veces pasa desapercibido en los adultos. Algunos signos pueden ayudarnos a identificarlo.

Entre uno de cada veinte y uno de cada diez niños convive con el trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH), según la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP). Podría parecer que el problema desaparece casi mágicamente al llegar a la adultez, pero esto no es así y los más mayores se enfrentan a una seria de problemas específicos y únicos.

Como indica el portal de divulgación sobre salud y medicina Healthline, sólo un profesional puede diagnosticar el TDAH, tanto a adultos como a niños. Para ello, utilizan varios tipos de test y evaluaciones, que buscan establecer cuáles son los síntomas y dificultades que experimenta la persona y hasta que punto interfieren con su vida diaria.

Qué es el TDAH y qué tipos existen

Concretamente, se considera que los síntomas fundamentales del TDAH son: 

  • Falta de atención.
  • Impulsividad. 
  • Desregulación emocional.
  • Hiperactividad.

Además, el profesional deberá también determinar la severidad de estos síntomas y qué tipo de TDAH padece cada paciente, entre los siguientes:

  • Presentación predominantemente inatenta: antes se conocía simplemente como TDA. Las personas con esta forma del trastorno tienen especial dificultad para organizarse y completar tareas.
  • Presentación hiperactiva-impulsiva: tienen dificultad para mantenerse calmados y controlar los impulsos. Es típico que hablen cuando no deben, y que tengan dificultad para escuchar instrucciones.
  • Presentación combinada: como su nombre indica, tiene características de las otras dos presentaciones.

Cómo se diagnostica a los adultos

La dificultad, en los adultos, reside en el hecho de que muchas personas con TDAH aprenden a ‘enmascarar’ estos síntomas a lo largo de los años: es decir, a desarrollar estrategias que ocultan o compensan algunos de los síntomas de manera que no sean aparentes a los demás y que permitan el funcionamiento social o laboral necesario.

Por ello, el diagnóstico de los adultos sigue unos pasos diferentes al diagnóstico en los niños, que pueden incluir:

  • Una revisión del historial. El profesional se interesa por la historia pasada, a veces incluso hablando con un progenitor. Se busca dilucidar cuestiones como las notas en el colegio, comentarios de los profesores a los padres, la organización del paciente, dificultades con los deberes, tendencia a extraviar objetos, desorden en la habitación, problemas de comportamiento en el colegio o actividad frenética y abundante.
  • Análisis de dificultades y retos actuales, como el desempeño laboral o académico, las rutinas diarias, problemas relacionales, problemas con las  responsabilidades… En este paso, puede ser interesante consultar con personas cercanas al paciente.
  • Uso de escalas normalizadas de conducta. Se trata de una herramienta que enumera conductas comunes en personas con TDAH, y se establece en base a cuestionarios rellenados por el paciente o personas cercanas. Permite hacerse una idea de la intensidad del posible trastorno.
  • Descarte de otras condiciones de salud mental, como discapacidad del aprendizaje o trastornos del estado de ánimo, cuyos síntomas podrían confundirse con los del TDAH en adultos.
  • Descarte de condiciones fisiológicas, como epilepsia o problemas de tiroides, que pueden causar síntomas similares a los del TDAH en los adultos.

Síntomas típicos en adultos

En conjunto, algunas señales de los adultos que podrían hacernos sospechar de un posible TDAH son:

  • Pérdida o abandono frecuente de trabajos.
  • Desempeño inconsistente en el trabajo o los estudios.
  • Historial de problemas en el trabajo o el colegio.
  • Dificultad para gestionar o completar las tareas diarias.
  • Dificultad para mantener las cosas ordenadas.
  • Olvidar pagar facturas.
  • Problemas con la gestión del tiempo.
  • Olvidar citas frecuentemente.
  • Reacciones emocionales intensas a cosas aparentemente de poca importancia.
  • Síntomas constantes de estrés o preocupación originados por dificultades con las tareas diarias.
  • Sentimientos constantes de frustración por no lograr cumplir metas o completar tareas.
  • Problemas relacionales como consecuencia de desorden u olvidos frecuentes. 

Otros signos de TDAH dependen del tipo del trastorno. Así, en la presentación predominantemente inatenta, los adultos podrían:

  • Perder cosas con frecuencia.
  • Tener problemas para organizarse en el día a día.
  • Tener dificultades para prestar atención a los detalles o seguir instrucciones.
  • Tener problemas para mantener la atención durante períodos largos de tiempo.
  • Distraerse fácilmente.
  • Evitar tareas que requieren de atención sostenida.
  • Tener problemas para escuchar.
  • Ser  olvidadizo.

En cambio, en la predominantemente impulsiva o hiperactiva, es más común:

  • Ser incapaz de sentarse sin hacer aspavientos, tics o movimientos compulsivos.
  • Tener dificultad con actividades tranquilas.
  • Hablar constantemente o tener dificultades para mantenerse en silencio.
  • Sentirse extremadamente inquieto.
  • Tener problemas para estar sentado durante largos períodos de tiempo.
  • Interrumpir a otros a menudo.
  • Tener problemas para hacer colas.

Una cuestión importante es que estos síntomas deben ser persistentes y constantes a lo largo del tiempo; si se presentan de manera ocasional, no se considera que estos signos indiquen la presencia de TDAH.

¿Qué pasa tras el diagnóstico?

Cuando recibes un diagnóstico de TDAH,  el profesional debería ofrecerte diferentes estrategias para manejar los síntomas, con la meta última de mejorar tu calidad de vida y disminuir el estrés provocado por la condición.

Así, el tratamiento podría variar en función de la severidad de los síntomas y su impacto en la vida diaria, junto con otras patologías que podríamos padecer y con las metas específicas de cada persona.

La medicación es una de las muchas estrategias posibles y no está indicada en cada caso. Otros enfoques incluyen la psicoterapia o los cambios en el estilo de vida, incluyendo modificaciones de la dieta o la práctica de ejercicio físico de manera habitual.

En último término, debemos recordar que aunque solemos pensar en el TDAH como un problema que afecta principalmente a los niños durante la etapa escolar, sus consecuencias y síntomas pueden persistir en la edad adulta y tener un impacto muy significativo sobre la calidad de vida de las personas más mayores. Merece la pena, pues, acudir a buscar un diagnóstico si experimentamos dificultades y recibir asesoramiento y tratamiento de acuerdo con nuestras necesidades personales.

Artículo tomado de 20minutos, lea el original aquí.

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Categorizado como Salud

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