De los usuarios una tercera parte tienen afectaciones a su patrimonio; los principales afectados son adultos que superan los 40 años y jóvenes que buscan su primer trabajo.
Cuando se trata de buscar empleo las páginas de Internet, aplicaciones (apps)y redes sociales son las opciones preferidas por los mexicanos; entre 55 y 70% utiliza dichos medios para encontrar trabajo, los ciberdelincuentes han encontrado la forma de aprovechar la necesidad de quienes buscan empleo para cometer fraude y robo de información bancaria.
Datos del Consejo Ciudadano para la Justicia de la CDMX, indican que en lo que va del 2023 se han recibido 525 reportes de falsas ofertas de empleo, de las cuales 33% implican un daño patrimonial, los principales afectados son personas mayores de 40 años.
Salvador Guerrero Chiprés, presidente del Consejo Ciudadano, explicó que las personas mayores de 40 años y jóvenes que buscan su primer empleo son los grupos más vulnerables, ya que al no contar con un mercado laboral que les permita desempeñarse caen en los trabajos que ofrecen facilidades de contratación.
Antonio Fajer, presidente de Pentafon, explicó que el robo de datos bancarios se obtiene bajo dos mecanismos de ingeniería social. Tras enganchar a los interesados, a través de las ofertas de trabajo, durante el proceso de contratación se obtienen datos relevantes como número de tarjeta o cuenta para realizar el pago, además de domicilio, entre otros.
Una vez que se tiene la información los ciberdelincuentes realizan llamadas, envían correos y mensajes de textos suplantando la identidad del banco o entidad financiera. Durante el proceso, el envío de información es clave ya que revelan datos como el número de tarjeta o el domicilio con el fin de ganarse la confianza del usuario y obtener más datos que permitan vulnerar sus cuentas bancarias.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Transparencia (Inai), los datos de las tarjetas son utilizados para realizar compras que no suelen ser muy grandes, sino cargos recurrentes como pagos de cuentas de Spotify, Netflix, YouTube, Uber o suscripciones mensuales a videojuegos, de manera que los importes sean pequeños y secuenciales, para evitar levantar sospechas y que sea difícil darse cuenta de que la estafa está sucediendo.
Consulte con su banco
Debido al tipo de datos que se obtienen durante la contratación falsa y se otorga después en el fraude, es complicado que los usuarios identifiquen que son parte del mismo modus operandi. Sin embargo, existen formas de evitar que el fraude se convierta en un daño material.
Antes de otorgar datos ante las llamadas o correos de una supuesta institución financiera es recomendable colgar y marcar a los números de atención a clientes con los que cuenta el banco, éstos se pueden encontrar fácilmente desde la app de banca móvil, esto permitirá tener certidumbre sobre la identidad de la banca además de reconocer si existe realmente un problema con nuestras cuentas de débito o crédito.
El Inai recomienda tomar medidas adicionales para proteger la cuentas cómo activar alertas de los movimientos con tarjetas, para llevar un mejor monitoreo de la actividad y detectar cualquier movimiento inusual, además de monitorear los estados de cuenta para identificar compras que no se hayan realizado; en caso de existir alguna reportarla inmediatamente ante la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef), la entidad financiera, y organismos correspondientes.
Reportar es importante
El presidente del Consejo Ciudadano detalló que ante este tipo de fraudes muy pocas personas se animan a reportar y dar seguimiento al delito, ya que en la mayoría de los casos el daño material es menor a 10,000 pesos, además que se considera que no se obtendrá el regreso del dinero.
Ante ello, Salvador Chiprés instó a los usuarios a reportar estos casos ya que permiten, a través de su denuncia, cancelar sitios web de ofertas falsas, además de dar seguimiento a los números donde se realizan los fraudes, lo cual permite llegar a los call centers ilegales.
Artículo tomado de El Economista, lea el original aquí.