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Diversidad de realidades: una complejidad para la afiliación de las trabajadoras del hogar al IMSS

Foto: Pixabay

Pese a los enormes esfuerzos de las trabajadoras del hogar y su organización colectiva, todavía 95% de las trabajadoras del hogar están fuera de la seguridad social y el 70% tienen ingresos de apenas un salario mínimo mensual.

Hace alrededor de cuatro años se lanzó el programa piloto de ingreso de las trabajadoras del hogar a la seguridad social; en 2022 se aprobó su obligatoriedad y todavía 9 de cada 10 trabajadores —casi todas mujeres— de este grupo están en la informalidad.

En México hay 2.5 millones de trabajadores del hogar, de los cuales 2.25 millones son mujeres y casi 250,000 son hombres, de acuerdo con la última actualización de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Inegi.

La mayoría de las mujeres que trabajan remuneradamente en hogares realizan actividades de limpieza, organización y cuidados. Los hombres realizan tareas de jardinería, plomería o son choferes privados.

Pero en este universo de trabajadoras hay muchas realidades y la que más se comparte es la de vulnerabilidad laboral. Pese a los enormes esfuerzos de las trabajadoras del hogar y su organización colectiva, todavía 95% de las trabajadoras del hogar están fuera de la seguridad social y el 70% tienen ingresos de apenas un salario mínimo mensual.

La implementación de este programa piloto y otras políticas públicas complementarias podría ser una de las razones por las que se estancó la afiliación de las trabajadoras del hogar al IMSS, pero la diversidad de situaciones y condiciones que enfrentan también podría complejizar el panorama.

“A mí sí me dijo Estefi —su empleadora— que sí quería me ponía en el IMSS, me explicó todo bien y revisamos juntas que tenía que pagar una cuota ella y una cuota yo, le pregunté si mejor podía darme eso de aumento, porque ya cumplía tres años con ella y nunca me había subido el sueldo”, dice Gabriela Pérez, de 43 años, residente del municipio Valle de Chalco en el Estado de México.

Entrevistada por El Economista, Gabriela dice que muchas de sus vecinas, que conoce de su barrio y también son trabajadoras del hogar, han optado por buscar esta alternativa. “Lo de tener el seguro está bien para el médico, pero en mi casa lo que necesitamos más es el dinerito, porque vamos al día y un poquito más hace la diferencia”.

Carmen, por su parte, tiene una perspectiva totalmente distinta, su esposo enfermó hace un tiempo y quedó desempleado perdiendo su afiliación al IMSS (Instituto Mexicano de Seguridad Social). Con sus ahorros familiares y el trabajo de Carmen en distintos hogares pudieron costear los primeros meses de médicos y medicinas, pero con el tiempo se complicó.

«Yo desconocía por completo que una se podía afiliar al seguro, nunca me lo ofrecieron, sin dudar hubiera aceptado, para asegurar a mi esposo y a lo mejor estaríamos en otra situación ahora», cuenta Carmen. Su esposo falleció hace dos meses; ella apenas pidió a sus empleadores iniciar el trámite de afiliación y esta convencida que la aportación que tendrá que hacer vale la pena porque ella y su hija menor tendrán acceso a servicios de salud.

Carmen vive cerca de la salida a la carretera México-Cuernavaca, al sur de la Ciudad de México, hace casi dos horas para llegar a su lugar de trabajo en la colonias colonias Roma y Del Valle Centro. Y más o menos lo mismo de regreso. Asegura que ahora, que está en medio del trámite, ha encontrado más complejidades.

«Yo, por ejemplo, trabajo en cuatro casas diferentes y con Rodrigo y Gaby —dos de sus empleadores— está siendo más difícil, porque tampoco sabían nada del trámite, me preguntan si es un contrato para todos, o uno para cada patrón y cómo tienen que hacer el trámite y cómo se pagan las cuotas, y la verdad que yo tampoco lo sé. Lo bueno que una de las chicas con las que trabajo aceptó hablar con ellos para explicarles porque si no, ahí hubiera quedado lo del seguro», dice en entrevista.

En México, algunas organizaciones como el Centro de Apoyo y Capacitación para Empleadas del Hogar (CACEH) y el Sindicato Nacional de Trabajadores y Trabajadoras del Hogar (Sinactraho) han hecho una labor enorme para visibilizar el trabajo de hogar y conquistar derechos de quienes se ocupan en estas actividades. Pese a ello, los retos todavía son grandes, no sólo en el acceso a la información de las propias trabajadoras, sino también de sus empleadores.

La historia de Angélica y Tania es distinta, son primas hermanas, tienen 16 y 20 años y vinieron desde Orizaba, Veracruz a la Ciudad de México para reemplazar a su tía y una de sus compañeras en la casa en la que trabajaron cerca de 30 años. «Mi tía le llamó a Tania primero porque buscaban a una nada más, pero luego dijeron que eran dos y sin pensar decidí venir también», dice Angélica entrevistada por El Economista.

«Desde antes de venir mi tía nos dijo el sueldo, más o menos los días de descanso y las cosas que teníamos que tener cuidado cuando saliéramos acá en la ciudad y también que todo lo del trabajo lo vemos con la señora Elena, con su esposo casi no», cuenta.

De la afiliación al IMSS se enteraron hasta cumplidos cuatro meses de trabajar, porque el chofer de la familia les comentó, pero dicen que no saben cómo preguntarle a su empleador, y su empleadora no pasa mucho tiempo en el hogar. «Es que en esta trabajo como que ya está todo sin decir, no se pregunta mucho. No creo que se enojen porque con otras cosas sí son muy respetuosos, pero mejor así».

Tania y Angélica residen en la vivienda en la que trabajan, la modalidad «A» señalada en el contrato laboral sugerido, en donde ambas partes tienen que señalar las actividades específas para realizar, el salario desglosado en monetario y especie, la periodicidad de los pagos y la duración y tiempos de la jornada laboral. Pero ellas no han convenido nada de esto con sus empleadores, ni por escrito ni en palabra.

La amplia diversidad de situaciones que enfrentan los y las trabajadoras del hogar es otro de los aspectos a considerar para quienes hacen política pública; aunque la mayoría comparte la vulnerabilidad laboral, ésta los atraviesa de formas muy distintas.

Otro de los aspectos notables entre los testimonios de las trabajadoras del hogar es los obstáculos en la comunicación. Visibilizar el trabajo del hogar, su importancia, los derechos laborales que lo acompañan y las vías para hacerlos válidos se han quedado cortas; no llegan a todas las personas trabajadoras del hogar y tampoco a todos los empleadores.

García, Ana Karen (2023, 15 de Marzo) Diversidad de realidades: una complejidad para la afiliación de las trabajadoras del hogar al IMSS. El Economista. https://www.eleconomista.com.mx/empresas/Diversidad-de-realidades-una-complejidad-para-la-afiliacion-de-las-trabajadoras-del-hogar-al-IMSS-20230315-0025.html

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